Xv Sanse Scrum RC - 62 7 - AD Ingenieros Industriales Las Rozas Rugby D
19 de Febrero de 2017 Crónica Alberto Sanchez (Feifer)
A las 13:00 horas de un maravilloso domingo soleado y con veinte grados comenzaba el partido de tercera división entre Xv Sanse Scrum B e Industriales D. Obligados por la federación a poner siempre un partido en domingo (cómo a todo club que tiene tres equipos en competición sénior) salimos al campo con nuestro equipo de gala, que tantos buenos ratos nos está dando durante todo el año en esta liga, hambrientos de rugby.
En el primer tiempo, el equipo de industriales con un juego basado en el buen hacer de su delantera se nos colocó en varias ocasiones cerca de nuestra línea de marca. Pick and go, maules y
relanzamientos muy cerca del punto de encuentro junto a una melé muy pesada, fueron las armas con la que el equipo visitante trataba de entrar en marca, sin embargo, crecidos ante la
posibilidad del ensayo, el equipo de Sanse se hizo más grande, más fuerte y más orgulloso impidiendo todas las intentonas.
Alimentados por nuestro buen hacer defensivo que nos hizo crecer, fuimos dando la vuelta a la situación aprovechando los pocos balones limpios que salían de nuestros rucks. Gracias a
nuestros jugadores más veloces y determinantes en el uno contra uno nos pusimos por delante en el marcador con un par de ensayos y entonces nos fuimos a vivir dentro de su 22 durante muchos
minutos de la primera parte. A pesar de ello no pudimos conseguir tantos puntos como nos habría gustado, enfrascados en una dura lucha contra su delantera sin entender que nuestra mayor
ventaja era mover el balón y jugar más veces fuera donde teníamos mayor ventaja. Por culpa de estos errores y la experiencia y maña del contrario nos fuimos al descanso con un escueto 17-0 aunque
la impresión general fuera de dominio.
Comenzó la segunda parte con una tónica de juego parecida pero esta vez los de Sanse, imprimiendo mayor velocidad al juego y enlazando más fases en ataque, conseguían romper la línea de la
ventaja del contrario con mucho más peligro y asiduidad, lo que se tradujo en ensayos y puntos. Corría el minuto 15 cuando de pronto todo cambió en el terreno de juego. El equipo de Industriales,
quizá como recurso o quizá como filosofía de juego, introdujo el partido en una especie de máquina del tiempo que nos llevó a un domingo con el mismo sol en el cielo pero treinta y cinco años
atrás en la normativa y la actitud de juego.
Estábamos en los años ochenta y los jugadores de Industriales introdujeron en el juego puñetazos en los rucks, pisotones gratuitos y un sinfín de marrullerías varias que hace tres décadas eran el
pan de cada día del rugby pero que hoy día, los estamentos arbitrales y federativos de todo el mundo han hecho desaparecer gracias a las normativas. Por supuesto para eso estaba el árbitro en el
campo, el cual, seducido quizá por el grato recuerdo de aquellos maravillosos años 80, tardó un tiempo en aplicar la ley tal y como está escrita hoy día. En esa batalla el equipo de Industriales
mostró su buen hacer. Los jóvenes jugadores de Sanse parecían no entender ese deporte, educados en el placaje, las diferentes técnicas individuales, el entendimiento del juego general, pagando la
novatada de haber viajado en la máquina del tiempo sin que nadie le hubiera enseñado como gestionar lo que parecía otro deporte.
Comenzaron los cambios y el Sanse introdujo poco a poco a los ocho jugadores del banquillo, cinco de ellos habituales del primer equipo que no tenía jornada el fin de semana. Y fue entonces
cuando pudimos contemplar una lección de rugby en toda regla. Nuestros jugadores de mayor potencial tomaron el mando del equipo y pidiendo cada balón que jugábamos en ataque tiraron para adelante
con orgullo y energía, ganado metros, percutiendo fuerte, limpiando rucks con rabia, enseñando a los menos experimentados lo que hay que hacer en estas situaciones y jugando en base al espíritu
del rugby de hoy donde la intimidación solo es utilizable con las armas del deporte.
El resto, contagiados por el pundonor de los recién entrados al campo, siguieron su ejemplo y borrachos de orgullo jugaron sus mejores minutos de rugby. Cuando el árbitro despertó de sus dorados
años de juventud comenzó a aplicar el reglamento actualizado y volaron las tarjetas amarillas dejando al equipo de industriales muy mermado y haciendo que el Sanse terminara el partido ganando
por un abultado 62-7.
Quizá el partido de hoy parezca uno más en una división más sin embargo para nosotros ha sido una experiencia enriquecedora (por la cual deberán pasar todos los clubes de esta liga, seguro) donde
nuestros jugadores han entendido que a veces el contrario añora viejas batallas que hoy día no solo no están dentro del marco de nuestro deporte sino que ni siquiera rentan a nivel deportivo pues
fue más duro el contrario en la primera parte donde quiso competir que en la segunda donde quiso viajar en el tiempo.
El tercer tiempo en San Patricks nos proporcionó esas charlas tan positivas donde se cambian impresiones con el contrario y se cantan canciones para muchos olvidadas, acompañados de comida y
cerveza los cuales tuvimos que acabar (grato esfuerzo) ya sin la compañía del contrario que se retiró pronto a casa quizá por ser domingo.
Encantados de coincidir con vosotros en el espacio aunque no en el tiempo.
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Juanan (martes, 21 febrero 2017 18:26)
Magnífica crónica de un magnífico partido.
Carmen (martes, 21 febrero 2017 18:35)
Una muy buena crónica.